La Navidad es un periodo frecuentemente asociado con felicidad, unidad familiar y celebraciones. No obstante, para muchos padres, esta temporada puede ser una fuente considerable de estrés. La presión por adquirir regalos adecuados, la inquietud provocada por las vacaciones escolares y las dificultades económicas actuales impactan negativamente en el bienestar emocional de los padres.
La búsqueda de obsequios para seres queridos se convierte en una tarea abrumadora donde se busca satisfacer expectativas sin sobrepasar un presupuesto limitado, lo que incrementa el estrés. Asimismo, la emoción navideña puede suscitar ansiedad en los niños. La expectativa de recibir presentes, la alteración de la rutina escolar y la presión social de participar en diversas actividades generan alteraciones en su comportamiento y estado de ánimo. Esto conlleva a que los padres enfrenten desregulaciones emocionales, problemas de sueño y conflictos entre hermanos, acrecentando así el estrés familiar.
En este contexto, resulta esencial que los padres prioricen su salud mental y emocional durante la Navidad. Establecer un presupuesto realista y evitar expectativas excesivas respecto a los regalos puede ser beneficioso. Además, es aconsejable centrarse en actividades familiares, como la elaboración de galletas, la decoración del hogar o paseos al aire libre. Al reconfigurar la Navidad como un momento de disfrute familiar y no centrado en los obsequios, se puede contribuir a reducir el estrés tanto para adultos como para niños.