Una megaobra energética que prometía inyectar energía limpia al sistema nacional se ha transformado en una historia de demoras, tensiones sociales y millonarios sobrecostos. La central hidroeléctrica de la empresa noruega Statkraft, construida en el río Pilmaiquén, se mantiene detenida desde su término, en el límite de las regiones de Los Lagos y Los Ríos.
En la zona ya es conocida como la “central fantasma”, ya que nunca ha generado electricidad, a pesar de que debía comenzar operaciones en 2025.
De acuerdo a un reportaje realizado por canal 13, el proyecto se encuentra paralizado desde 2021, cuando la Corte Suprema ordenó al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) realizar una consulta indígena, tras el hallazgo de restos arqueológicos vinculados a comunidades mapuche. Sin embargo, el proceso no ha avanzado más allá de su primera etapa, provocando un retraso de tres años y un sobrecosto de US$50 millones, según cifras de la empresa.
“Es algo que no tiene precedentes en Chile. Ningún otro proyecto en construcción ha debido realizar una consulta indígena”, afirmó María Teresa González, gerente general de Statkraft Chile.
“Nosotros no tenemos problema con la consulta indígena. Lo que pedimos es certeza en los procesos, que es lo que busca cualquier inversionista”, agregó.
Desde el Consejo de Monumentos Nacionales, reconocen la lentitud:
“Se nos ordenó hacer una consulta sin contar con recursos, personal ni despliegue territorial. Ha sido un proceso complejo”, explicó Erwin Brevis Vergara, secretario técnico del CMN.
Mientras tanto, la obra —que ya ha costado más de US$223 millones— no puede operar, y su futuro sigue siendo incierto. La tensión se agudiza con la división entre comunidades mapuche, donde algunas apoyan el proyecto y otras lo rechazan, lo que ha derivado en 23 ataques y múltiples protestas en los últimos años.
La discusión central hoy no es si la planta funcionará o no, sino cómo se protegerán los hallazgos arqueológicos y qué procedimiento se seguirá para su eventual rescate.