Cada 1 de mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajador, una fecha que honra la lucha de millones de obreros en el mundo por alcanzar condiciones laborales más justas y dignas.
Su origen se remonta a los acontecimientos ocurridos en Chicago, Estados Unidos, en 1886. En un contexto de explotación laboral, donde era habitual trabajar entre 12 y 18 horas diarias, miles de trabajadores comenzaron a organizarse para exigir la jornada laboral de ocho horas, bajo el lema: “Ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de recreación”.
El 1 de mayo de ese año, más de cinco mil obreros iniciaron una huelga masiva. Uno de los principales focos fue la fábrica McCormick, donde una protesta pacífica terminó en una violenta represión. Los enfrentamientos se intensificaron en los días siguientes, culminando con la Revuelta de Haymarket el 4 de mayo, tras la cual cinco líderes sindicales fueron ejecutados. Desde entonces, se les recuerda como los Mártires de Chicago.
Estos hechos generaron una ola de indignación global y se convirtieron en símbolo de las luchas obreras. En 1919, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoció oficialmente la jornada laboral de ocho horas y la semana de 48 horas como norma internacional.
En Chile, el movimiento obrero también protagonizó importantes episodios de resistencia. A comienzos del siglo XX, mineros, portuarios y artesanos lideraron huelgas emblemáticas, como la de Valparaíso en 1903 y la “huelga de la carne” en 1905. Una de las tragedias más dolorosas fue la masacre de Santa María de Iquique en 1907, donde cientos de trabajadores del salitre fueron asesinados mientras exigían condiciones de vida más dignas.
Finalmente, en 1931, el presidente Carlos Ibáñez del Campo decretó el 1 de mayo como feriado irrenunciable en Chile, en reconocimiento del valor histórico de esta fecha y del esfuerzo de quienes lucharon por los derechos laborales.